En Signal pensamos que el papel sigue siendo la mejor experiencia de lectura posible. El mundo digital ha universalizado la creación y la distribución, ha creado la abundancia, donde ha surgido la calidad y la diversidad con independencia, pero también la dispersión y el ruido.
Gracias a eso podemos suscribirnos a newsletters de todo tipo con gran calidad, pero la realidad es que no las leemos. Nos acordamos cuando no podemos, y cuando podemos, no recordamos donde la teníamos.
Traer al papel lo mejor de la red, nos parecía necesario. Necesario para no perdernos lo más valioso y poder disfrutarlo.
En un tiempo en el que todo compite por tu atención, hemos decidido no competir. Hemos decidido seleccionar.
En cada número impreso recogeremos textos, fragmentos y pensamientos que han sobrevivido a la velocidad del feed, al clic fácil y sobre todo han sobrevivido al algoritmo.
Ocho páginas para satisfacer tu curiosidad en variedad de temas: tecnología, ciencia, economía, inversión, política, humor, libros…
Seleccionados mensualmente, algunos autores los reconocerás, otros los descubrirás aquí. Algunos repitirán, otros nunca más…
A veces serán piezas redactadas exclusivamente para Signal, pero no necesariamente.
Vamos a publicar 10 números al año a €10 cada número.
Puedes suscribirte mes a mes, o de forma anual.
El periódico te llegará por correo certificado a tu casa.
El tabloide del siglo XIX: No solo reivindicamos el papel. hemos querido recuperar el formato icónico del tabloide inglés del siglo XIX.
Aunque el formato "tabloide" como tal se popularizó a comienzos del siglo XX (por ejemplo, The Daily Mirror en 1903), su estilo editorial —denso, directo, visual, narrativo— ya se gestaba en el siglo XIX en publicaciones políticas y populares como The Illustrated Police News o panfletos radicales.
Hasta 1855, en Reino Unido existía un impuesto sobre el papel que encarecía los periódicos. Esto limitaba su difusión popular y favorecía a la prensa elitista.
La impresión tipográfica usaba plomo y tipos móviles, lo cual penalizaba los cambios y la edición expansiva.
Por tanto el papel era caro. Se imprimía en formatos llenos de contenido para que fuera económico, pero atractivo.
Era también una forma de resistencia intelectual: textos densos como vehículo de ideas políticas, filosóficas o sociales que no cabían en una frase corta.
Muchos periódicos obreros, satíricos o políticos comprimían texto para aprovechar al máximo cada página y evitar múltiples ediciones, con lo que reducían costes y riesgos legales.
En contextos de censura moral o política, la prensa usaba estilos retóricos complejos, citas clásicas o ironía para sortear la represión.
La densidad también desincentivaba la lectura por parte de censores apresurados.
Nuestro periódico es una sábana de 59 cms de alto por 40 cms de ancho.